Exposición compuesta por poco más de 100 pinturas de mediano y gran formato, además de algunos objetos, en los que se explicaba cómo el retrato se constituyó en testigo de algunas de las mutaciones más radicales y de consecuencias más duraderas en el nacimiento de la modernidad: la aparición del individuo como sujeto social y la aparición de la nación como forma hegemónica y excluyente de identidad colectiva. En él puede verse, y eso es lo que mostraba esta exposición, los cambios que permitieron transitar del reino de la Nueva España a la nación mexicana. La independencia vista desde el interior de las élites que la hicieron posible y desde los cambios en la forma de imaginarse a sí mismas.