El bosque y el cerro de Chapultepec fueron habitados desde la antigüedad por grupos de agricultores atraídos por las características naturales del lugar. Además, fue considerado un espacio sagrado: en su cima se construyó un adoratorio dedicado a los dioses celestes y en la parte baja de la ladera sur se creía que habitaba Tlaloc, dios del agua. Conocemos todo esto gracias a los estudios de los arqueólogos, quienes han rescatado e investigado los vestigios culturales que el hombre ha dejado a su paso. Algunos de los vestigios que hoy puedes observar alrededor del cerro del Chapulín son: 

Cueva de Cincalco. Ubicada en la parte inferior del cerro. Los pueblos prehispánicos como los toltecas y Mexicas la consideraron un lugar sagrado y la llamaban Cincalco, que significa en lengua náhuatl “casa de mazorcas”. 

Contenedores. Estos contenedores son estructuras cúbicas que servían para almacenar agua y fueron construidas a base de piedra, mezcla de cal y agua en el mismo lugar donde brotaba el vital líquido. Se dice que entre las ofrendas en honor al Dios Tláloc,  se realizaban sacrificios de niños en los manantiales considerados como pequeños siervos de ésta deidad, con el fin de asegurar la abundancia  del agua, necesaria para una buena cosecha. 

Aposento "Chimalli”, se encuentra en la parte media del cerro y tiene el relieve en piedra que representa a un Chimalli (escudo en náhuatl), con cuatro flechas atravesadas y un posible arreglo en forma de estandarte. Estos elementos se asocian quizá al culto a Huitzilopochtli, deidad de la guerra.

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